viernes, 3 de julio de 2015

miércoles, 1 de julio de 2015

La pregunta de las 17:30 ¿Eres de corteza, o de miga?

Hacía mucho que no entraba por aquí, más o menos cuando a Blogger se le puso en sus santos cojones censurar todos aquellos blogs que estimaba pudiera contener imágenes o contenido de sexo explícito, aunque vaya usted a saber con qué rasero mide esta gente.
Por suerte la amenaza se quedó en nada, pero luego ya me lié, me lié y no encontré tiempo para hacer una entrada como Dios mandaba.
No, no voy a hablar de sexo explícito, aunque algunos llegarán a ver en una barra de pan una forma fálica.
No, tampoco voy a hablar de falos, ni de mentes sucias.
Voy a hablar de algo que me trae en un sin vivir: la corteza del pan.




A mí no me gusta el pan, o, para ser más sinceros, no me gusta la corteza. De hecho, cuando era niña, a los bocadillos de nocilla le metía el dedo para separar la corteza de la miga y así comerme la parte más blandita.
"Oye, pues cómete un sándwich y acabas antes", podréis decirme, pero es que, respondones, no es lo mismo.


No, no, ni se le parece.
Y otro tanto pasa con el pan de molde: no sabe igual el que ya viene sin corteza. No, señora mía, no me va a convencer. ¿Será una de las muchas patologías que tengo que hacerme mirar?
Tal vez. Pero no sabe igual cuando eres tú la que le quitas la corteza. ¡Ande va a parar!


A día de hoy, cuando como pan, lo primero que hago es abrirlo para desmigarlo, dejando la corteza ahí, olvidada y despreciada.
Pobre... En el fondo me da pena, pero eso le pasa por estar tan dura.
¿Cuál es el problema?
Pues que ahora todos los panes tienes una capa extra de corteza y la miga brilla por su ausencia. Al menos, el de los chinos, que es el único sitio donde ahora se puede comprar pan, porque el de la pastelería de mi pueblo está malo hasta decir basta, así, con la boca grandota.

Y vosotros, ¿sois de miga o de corteza?

Un, dos, tres, responda otra vez.