¡FELIZ NOCHE DE REYES!
Ya va siendo hora de que vayamos encargando el Roscón de Reyes.
Vale, que sí, que algunos ya os habéis atiborrado, pero yo soy de tradiciones, o supersticiones, y hasta ayer no lo he catado.
Recuerdo cuando éramos pequeños, el superroscón que teníamos que comprar, pues éramos 9 fieras en casa.
Cada hogar tiene su tradición, y en la nuestra lo de pagar el roscón si te tocaba el haba no lo teníamos en cuenta.
Por lo que nos peleábamos era para que nos tocase el premio, pues suponía un añazo entero de buena suerte. Llegaba hasta tal punto la obsesión, que a escondidas hacíamos trampas y pinchábamos con una aguja de tejer el roscón para ver por dónde estaba (al menos, yo lo hacía, que siempre he sido muy supersticiosa).
Nuestro roscón era sin nata, y así es como más me gusta. Aunque con los años el de nata ha ido ganando puestos.
Y tú, ¿cómo prefieres el roscón? ¿Con nata?
¿O sin nata?